Recientemente, a través de una fascinante conversación entre el profesor Dong Se-hee del Departamento de Medicina de Rehabilitación de la Universidad Nacional de Seúl y el Dr. Jang Dong-seon, se revelaron datos increíbles sobre la relación entre correr y la salud cerebral. La perspectiva de un especialista que lleva 20 años corriendo mientras investiga enfermedades cerebrales nos muestra que la conexión entre el ejercicio y la salud del cerebro es mucho más estrecha e importante de lo que pensábamos.
Los humanos evolucionaron para correr
El dato más sorprendente es que los humanos originalmente tenemos cuerpos optimizados para correr. Durante los 6.6 millones de años de historia humana, nuestros ancestros vivieron la mayor parte del tiempo como cazadores-recolectores, necesitando correr entre 9-15 km diarios para sobrevivir. Esto no era simplemente para desplazarse, sino una habilidad esencial para conseguir alimento y escapar de los depredadores.
Si observamos detenidamente la estructura de nuestro cuerpo, podemos encontrar fácilmente estas huellas evolutivas. Primero, tenemos músculos glúteos especialmente desarrollados, que son necesarios para generar impulso al correr más que al caminar. Además, si analizamos la composición muscular humana, la proporción de fibras lentas (músculos de resistencia) es notablemente mayor que en otros animales. Las fibras lentas son músculos que nos permiten correr largas distancias sin cansarnos, lo que demuestra que los humanos estamos especializados en carreras de larga distancia más que de velocidad.
Considerando todas estas características físicas, nuestra vida sedentaria actual es tan antinatural como un pez con branquias viviendo en tierra firme.
La clave de la salud cerebral es la salud vascular
Es fácil pensar en el cerebro simplemente como una colección de células nerviosas, pero en realidad también es una masa de vasos sanguíneos. Para que las neuronas funcionen correctamente, necesitan un suministro adecuado de nutrientes y oxígeno, todo lo cual se transporta a través de los vasos sanguíneos.
En el mundo médico, esta estrecha relación entre nervios y vasos sanguíneos se llama 'NVU (Unidad Neurovascular)'. Cuando los nervios se activan, los vasos sanguíneos se dilatan para suministrar más flujo sanguíneo, y cuando la actividad nerviosa disminuye, los vasos se contraen nuevamente. Cuando esta relación de cooperación precisa se rompe, surgen problemas graves en la función cerebral.
Lo importante aquí es que el ejercicio aeróbico precisamente mantiene saludable esta NVU. Correr regularmente mejora la salud de los vasos sanguíneos cerebrales, lo que a su vez beneficia la salud de las neuronas. Esta es la razón por la que el ejercicio es efectivo para prevenir diversas enfermedades cerebrales como demencia, Parkinson y depresión.
VO2 máximo: El indicador más poderoso para predecir la supervivencia
Aunque los profesionales médicos consideran la edad, sexo y enfermedades preexistentes al evaluar el pronóstico de un paciente, se ha descubierto que la capacidad cardiorrespiratoria es en realidad el factor predictivo más importante. Algunos especialistas incluso argumentan que el VO2 máximo debería incluirse en los signos vitales.
El VO2 máximo es como 'la cantidad máxima que puedo comer en un restaurante con un banquete preparado'. No importa cuánto oxígeno haya en el aire, hay un límite a la cantidad de oxígeno que nuestro cuerpo puede realmente utilizar, y cuanto mayor sea este límite, mayor intensidad de ejercicio podremos soportar.
La forma más efectiva de aumentar el VO2 máximo es, por supuesto, correr. Especialmente el entrenamiento en cuestas es muy efectivo, ya que subir pendientes requiere más energía, ejercitando más el corazón y los pulmones para mejorar la función cardiorrespiratoria.
Ejercicios peligrosos para el cerebro: La trampa de los deportes de contacto
No todos los ejercicios son buenos para el cerebro. Desde la perspectiva de un especialista en enfermedades cerebrales, lo que más preocupa son los deportes de contacto donde se producen impactos en la cabeza. Esto incluye boxeo, rugby, fútbol americano, hockey sobre hielo, jiu-jitsu, taekwondo, e incluso fútbol y baloncesto.
El problema no es un gran impacto único, sino los pequeños impactos repetitivos. Cuando estos impactos se acumulan, puede desarrollarse encefalopatía traumática crónica (CTE), que muestra síntomas similares al Parkinson. El caso de Muhammad Ali es un ejemplo representativo; cuando encendió la antorcha olímpica en Atlanta 1996 con manos temblorosas, fue impactante para muchas personas.
Lo particularmente preocupante es que esta encefalopatía puede ocurrir independientemente de la edad. Algunos atletas que practicaron deportes de contacto desde jóvenes han sido diagnosticados con CTE incluso en sus 20 años.
Sin embargo, es importante no malentender: el problema no es el ejercicio en sí, sino el elemento de 'contacto'. De hecho, hay casos donde pacientes con Parkinson muestran efectos terapéuticos solo con movimientos de boxeo, excluyendo el sparring.
Estrategias prácticas para la salud cerebral
Entonces, ¿qué debemos hacer para la salud cerebral? La respuesta es sorprendentemente simple. Necesitamos empezar a correr de nuevo, como lo hacían nuestros ancestros.
Muchas personas piensan que usar el cerebro los hará más inteligentes, pero en realidad, cuanto más usamos el cuerpo, mejor funciona el cerebro. Las actividades cognitivas como resolver puzzles, sudoku o leer no están mal, pero si invertimos el mismo tiempo, mover el cuerpo es mucho más efectivo para la salud cerebral.
Especialmente correr ofrece una experiencia especial llamada 'subidón de carrera' cuando participas en competencias. Corres más rápido de lo habitual, disfrutas con otros corredores, y la energía de las personas que animan hace que te sientas menos cansado y más feliz corriendo a la misma velocidad.
Conclusión: Encontrando la salud cerebral en el camino
En conclusión, la salud cerebral no se construye de la noche a la mañana. Cómo hemos vivido durante los últimos 10 años o más determina el estado actual de nuestro cerebro. El camino que hemos recorrido es lo que moldea nuestro cerebro.
Los humanos fuimos originalmente diseñados para correr. En la sociedad moderna hemos olvidado este instinto, pero para tener un cerebro saludable, debemos empezar a correr de nuevo. No solo se trata de la salud física, sino que la salud cerebral y mental están todas conectadas.
Por supuesto, por seguridad es mejor evitar ejercicios que impliquen impactos en la cabeza. Pero a través de ejercicios seguros y efectivos como correr, podemos recuperar el cuerpo y cerebro saludables que tenían nuestros ancestros. Atar los cordones de las zapatillas deportivas y salir al camino ahora mismo: ese es el primer paso más seguro hacia la salud cerebral.
*Fuente: El cerebro curioso de Jang Dong-seon - Entrevista con el profesor Dong Se-hee del Departamento de Medicina de Rehabilitación de la Universidad Nacional de Seúl*.
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